Módulo 4.4. Cómo abordar el acceso a equipamiento adecuado (el llamado capital o pobreza digital)

Aterrizando el concepto
Manos a la obra
Evaluación

Aterrizando el concepto

‘En los caracteres kanji utilizados tanto en chino como en japonés, la palabra “crisis” se escribe con dos símbolos, el primero significa “peligro” y el segundo “oportunidad”.’

(Al Gore)

Nunca desperdicies una crisis, es una oportunidad… La pandemia del COVID-19 ha redefinido dramáticamente lo que significa una vida normal, en el hogar, en el trabajo, en la escuela. Para la educación en particular, significó que las escuelas y universidades tradicionales suspendieran la enseñanza en el aula y pasaran al aprendizaje en línea. Esta disrupción, que muchos consideran temporal, ya que esperan que la vida vuelva a lo que se consideraba normal antes del COVID-19, proporciona el impulso necesario para reconsiderar y reconstruir los modelos de enseñanza y aprendizaje presenciales y acelerar los cambios en materia de digitalización, que ya se llevan a cabo en los estudios online. Muchas universidades han sido lentas e incluso resistentes en algunos casos a adoptar plenamente el uso de nuevas tecnologías y a cambiar hacia una enseñanza y un aprendizaje en línea o híbrido. La pandemia obligó a cambiar de un día para otro, incluso cuando no se encontraban preparados para tal cambio. A estas alturas y después de más de dos años, el polvo se ha asentado y las IES están pasando de medidas de emergencia hacia soluciones más sostenibles y sistémicas, apoyando la enseñanza y el aprendizaje dentro y fuera de sus instalaciones gracias a la tecnología. A estas alturas, también deberíamos comenzar a preguntarnos qué tan efectiva ha sido la tecnología para llegar a los estudiantes presenciales en los últimos meses. 

Porque durante la transición, la otra cara de la moneda comenzó a mostrarse: no solo las instituciones necesitaban reaccionar rápida y drásticamente, cerrando los campus de aprendizaje presencial y habilitando, facilitando y apoyando formas de enseñanza y aprendizaje en línea.  También se exigió la adaptación de todas las partes. En este artículo, Zac Woolfitt de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Inholland, Países Bajos, describe los momentos caóticos iniciales al principio de esta transición. El personal académico logró hacer frente razonablemente bien a las nuevas formas de enseñanza. La investigación de Marco Kalz indicó que, si bien a los docentes no les supuso un problema el uso de formatos orientados a la presentación en línea, se encontraron con desafíos relacionados con el aprendizaje grupal, la discusión y la práctica o la aplicación del conocimiento, apuntando hacia futuras áreas de desarrollo profesional. Concluyó que las inversiones institucionales en capacitación y desarrollo de habilidades pueden dar más frutos que las inversiones en estructuras de apoyo institucional. En este artículo, Michael Marek se refiere a un estudio cuantitativo con una muestra mundial que analiza las implicaciones de la pandemia del COVID-19 en la educación, muestra que quedan muchas lecciones que aprender sobre la educación desde la pandemia, incluido el acceso y la funcionalidad del hardware y software, así como sobre la psicología de estudiantes y docentes bajo situaciones de estrés.

Un tema importante, que a menudo se descuida y que surge como conclusión de la investigación de Michael Marek, es el hecho de que incluso ahora, no todos los estudiantes están lo suficientemente bien equipados para aprender en línea de forma efectiva: a la pregunta “¿Cuántos de tus estudiantes poseían ordenador y acceso a Internet en su casa cuando comenzó la enseñanza en línea?” un número significativo de estudiantes todavía parecía tener problemas de conectividad o carecer del hardware y software adecuados (M=4.1,  SD=0,747). 

Anna McKie cita al Banco Mundial donde “220 millones de estudiantes universitarios mayores de 18 años en 175 países han interrumpido significativamente sus estudios por la pandemia”. No se limita al mundo en desarrollo, incluso los estudiantes de las principales universidades presenciales del mundo tuvieron problemas. Estos van desde malas condiciones de red a condiciones de aprendizaje inadecuadas, por ejemplo, tener que compartir espacios o recursos de hardware con hermanos, progenitores, compañeros de piso… Según un estudio de la Unión Nacional de Estudiantes del Reino Unido, publicado en septiembre de 2020, el 27% de los estudiantes del Reino Unido expresaron que no tenían suficiente acceso a la tecnología necesaria durante los confinamientos. En esta encuesta realizada en Estados Unidos durante el verano de 2020, el 57% de los estudiantes universitarios afirmaron que tener acceso a una conexión a Internet estable y de alta velocidad podría suponer un reto para continuar con la educación en línea. Los expertos creen que la razón principal es el acceso desigual a Internet y a la TI en función de la clase social y los ingresos. En su encuesta publicada en septiembre de 2020, la oficina para estudiantes del Reino Unido mostró que el acceso a la educación superior desde casa podría suponer que muchos estudiantes se quedaran atrás debido a la “pobreza digital”. 

¿Qué se puede hacer? Lee Elliot Major, profesor de movilidad social en la Universidad de Exeter, afirma que “las universidades deberán redoblar sus esfuerzos para apoyar a los estudiantes desfavorecidos”. Las universidades de todo el mundo aplican una serie de mecanismos de apoyo: 

  • becas o tasas de matrícula reducidas para estudiantes de bajos ingresos (por ejemplo, contabilizando los ingresos familiares y la clase social en el proceso de admisión a la educación superior), 
  • requisitos de admisión en condiciones favorables para los estudiantes con progenitores en desempleo o con ingresos más bajos, 
  • reducir la competencia por las plazas en las IES mediante la concesión de plazas adicionales para que estos estudiantes no tengan que incorporarse directamente al mercado laboral, o haciendo opcionales las pruebas de acceso, 
  • provisiones para adquirir ordenadores portátiles y otros equipos tecnológicos para estudiantes de bajos ingresos, 
  • permiso para permanecer en el campus para acceder a conectividad de banda ancha o espacios de estudio adecuados, 
  • apoyo a los estudiantes para encontrar empleos adecuados, para garantizar algún tipo de ingreso, 
  • apoyo para mejorar el bienestar de los estudiantes, a menudo los estudiantes desfavorecidos se enfrentan también a formas de exclusión étnica, racial, social y de otro tipo, así como a condiciones de empleo y salud (mental) menos favorecidas, 
  • tutorías proactivas y personalizadas controladas y de detección y resolución temprana de problemas.

Proporcionar lugares donde los estudiantes puedan trabajar de forma independiente y tener fácil acceso a Internet tanto dentro como fuera del campus se están convirtiendo en una norma. Dichos espacios, a menudo, están abiertos desde primera hora del día hasta última de tarde durante toda la semana, incluido el fin de semana. Echa un vistazo a cómo KU Leuven en Bélgica organiza su centro de aprendizaje para estudiantes Agora.

No solo se debe ofrecer apoyo para que los estudiantes desfavorecidos accedan a la educación superior, sino también garantizar que permanezcan y que tengan éxito. Una parte importante de la población estudiantil que no debe obviarse son los estudiantes con necesidades de educación especial que también pueden requerir apoyo para participar en la educación superior de manera cualitativa y efectiva. Este artículo describe una serie de pasos para desarrollar una estrategia de TI accesible en ES y esta guía de JISC en el Reino Unido te ayudará a comprender las dificultades a las que se enfrentan los estudiantes con diferentes discapacidades y cómo apoyarles.

Manos a la obra

Trata de responder a las siguientes preguntas: 

  • ¿Tiene tu IES algún programa social para detectar, en etapas tempranas, a los estudiantes con menos oportunidades? ¿Y Ccn problemas de estudio relacionados con su situación social y/o financiera? ¿Estudiantes con capacidades especiales de aprendizaje? ¿Cómo lo gestiona tu institución? ¿Se cumplen todas las obligaciones legales a este respecto? 
  • Verifica si tu universidad presta equipos y en qué condiciones, ¿ofrece becas directas a los estudiantes para comprar su propio equipo y, de ser así, en qué condiciones?
  • ¿Ofrecen un espacio de trabajo seguro, accesible y agradable dentro y fuera del campus para que los estudiantes trabajen de forma independiente o en grupo? 
  • ¿Pueden los estudiantes de tu universidad acceder a tarifas especiales de Internet donde viven? ¿Tienen acceso gratuito en el campus? ¿Se aplica a estudiantes que viven en alojamientos estudiantiles no oficiales o en casa con sus familias, por ejemplo?
  • ¿Es fácil para los estudiantes de tu universidad acceder a un software concreto necesario para diferentes cursos, así como acceder a software general a precios reducidos? 

Escribe y comparte una publicación en el blog sobre tus hallazgos y recomendaciones.

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Referencias